viernes, 4 de diciembre de 2015

La casa debe estar en orden y por sobre todo limpia.



Para despegar es obligatorio abrocharse el cinturón. Metafóricamente hablando, habrá que hacer de nuevos los consabidos ajustes a los que ciclicamente estamos acostumbrados. Sabemos que es cuestión de tiempo. Hay un enorme potencial en el equipo de gobierno de Macri como para no darle el voto de confianza que la nueva administración requiere y necesita.

El problema mas grande es esa amenaza de tormenta social que ya ni siquiera es disimulada con el discreto encanto de la hipocresía. Encaramada en el sinceramiento brutal de que hay mucho que perder; la maquina del caós se organiza sin tiempo siquiera para armar una excusa que le de cierta legitimidad lógica.

Es bien claro. El epicentro de los acontecimientos futuros no tiene absolutamente nada que ver con derechas, centros u izquierdas. Es una retirada desorganizada y frenética para lograr construir un punto de apoyo y planificar una estrategia de mayor alcance. Detener el avance de los procesos judiciales que se les avecinan, junto al derrumbe del control de la cúpula partidaria, es el frente de tormenta a superar.

El kirchnerismo  a punto de bajar al llano, no esta solo. Un sordo rumor de tensión institucional sacude a la Latinoamerica conquistada por ese fascismo light y verborragico al que le ha llegado la hora de ponerse heavy. Es la caída de sus imperios; tejen alianzas de resistencia con la misma coherencia con que ayer tejían alianzas de cooperación delictiva. Son un sistema bien construido aunque nos guste fantasear de que se trata solo de dictadores bananeros.

La fuerza de los acontecimientos traslada el ojo a la cuestión inmediata de como nuestros intereses particulares se verán afectados por ellos. Nosotros, los ciudadanos que solo queremos vivir en paz y nos conformamos con tener un estilo de vida que proporcione seguridad y posibilidades de crecimiento; todo este ruido infernal nos harta y nos agobia. ¿Que otra cosa aparte de la democracia y la república tenemos para defender ese deseo?. Suena a que solo tenemos una trinchera de papel contra balas de cañón.

Confiaremos en nuestro gobernantes, obvio, mientras esa confianza tenga bases solidas para sustentarse, seguiremos haciendo lo de siempre y si las circunstancias lo requieren, quizás debamos hacer mas.

Es en la naturaleza de ese quehacer extra donde radica toda la diferencia.

No puedo detener yo solo una bala con el pecho, pero tiene que haber mas pechos que balas disponibles.

No se trata de correr riesgo individual pero si de ser capaz de manifestarse en defensa de un estilo de vida. Esta llegando la hora de organizar un frente de clase media que emita un mensaje fuerte y claro. Nada de esquivar piedras y correr entre las balas de goma. Dejemos vacías las calles con determinación para que las fuerza del orden no tengan ninguna duda de que lastimaran inocentes. Demos la espalda al agitador chantajista que levantara su voz llamando represión a lo que es coherencia. Facilitemos la deserción de los soldados del ejercito de pobres vueltos mercenario por un paquete de fideos. Sumemos cuerpos ante los tribunales, el congreso y el senado a la primera señal de un comportamiento corporativo que vulnere con politiquería la política que necesita nuestra sociedad. Fotos, posteos, hashtags cebando nuestra voluntad de cambio y exigiendo la remoción inmediata de cualquier sospechoso de cohecho destituyente amparado por fueros. Reemplazar la cacerola por el aplauso coordinado en el tiempo y el espacio, a toda batalla ganada en defensa de nuestros derechos.

La clase media es una clase poderosa que nunca a tenido una representación a la altura de sus aspiraciones. La clase media es el canal de transmisión por donde fluye la savia del crecimiento social. Ser clase media ni siquiera tiene que ver con el dinero. Tiene que ver en creer en el gobierno de los hombres por hombres capaces en vez de por canallas.









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