El Nacionalismo es la responsable del fracaso Argentino. Para aquellos que aun creen que tal cosa significa una virtud, habría que recordarles todo el daño que han hecho.
Irrumpieron en el poder en el año 30. De la mano del Gral. Uriburu, de cuya revolución fue rápidamente desplazado por inoperante. De esa experiencia, nació el partido Militar, que volvería a golpear la Democracia a finales de esa misma década. De su seno, comenzó a gestarse la pesadilla de los milicos políticos.
De una de aquella facciones, el GOU o grupo de oficiales unidos, saldría a la luz el Coronel Perón, increíblemente dotado para la construcción de poder y maquiavelicamente extremo para administrarlo. Con él, el nacionalismo antiliberal, llegaría a su mayor esplendor.
La experiencia peronista es decididamente fascista. Su concepción es sistematicamente represiva. La alianza con el mundo del trabajo es una alianza de control social por lo que se llamo "sindicalismo de encuadramiento". El ciudadano era vigilado y dirigido a través del sindicato. El sindicato es en el peronismo, una suerte de ejercito social y de sus filas salieron décadas mas tardes, los generales de la debacle terrorista.
Este país jamas estuvo en peligro de caer en la esfera comunista. Las teorías conspirativas nos quieren hacer creer que los 70 fueron teatro de operaciones de la guerra fria. Solo se trató de una guerra de facciones nacionalistas, único agente revolucionario genuino que amenazo y amanaza esta sociedad.
Hoy, a meses del bicentenario, el peronismo continua vivo. Los KK, nacionalistas extremos con disfraz de zurdos, intentan dejarnos en esa bolsa de gatos que su ádalid venezolano y su chirolita boliviano tanto alaban. Revuelve el estomago esa manera de mentir tan descarada. Se vuelve cada vez mas peligroso esa confusión de que liberalismo es igual a conservadurismo nacionalista.
Hoy mas que nunca se hace necesario replantear se la existencia del partido Justicialista como un partido con ideas legitimas para la Argentina. Su extinción no tiene nada que ver con deshacer las conquistas sociales, sino con dar por tierra de una buena vez por todas con la herencia del nacionalismo.
No puede haber país sin una idea de inserción plena en el mundo. No hace falta ser potencia para lograrlo. Chile ya lo és e inteligentemente se mantiene al margen de todos los perdedores Latino americanos que se relamen de una pobre autonomía.
Es hora de que el Liberalismo vuelva a la escena. Pero liberalismo de verdad, como aquella de principios del siglo pasado.
Irrumpieron en el poder en el año 30. De la mano del Gral. Uriburu, de cuya revolución fue rápidamente desplazado por inoperante. De esa experiencia, nació el partido Militar, que volvería a golpear la Democracia a finales de esa misma década. De su seno, comenzó a gestarse la pesadilla de los milicos políticos.
De una de aquella facciones, el GOU o grupo de oficiales unidos, saldría a la luz el Coronel Perón, increíblemente dotado para la construcción de poder y maquiavelicamente extremo para administrarlo. Con él, el nacionalismo antiliberal, llegaría a su mayor esplendor.
La experiencia peronista es decididamente fascista. Su concepción es sistematicamente represiva. La alianza con el mundo del trabajo es una alianza de control social por lo que se llamo "sindicalismo de encuadramiento". El ciudadano era vigilado y dirigido a través del sindicato. El sindicato es en el peronismo, una suerte de ejercito social y de sus filas salieron décadas mas tardes, los generales de la debacle terrorista.
Este país jamas estuvo en peligro de caer en la esfera comunista. Las teorías conspirativas nos quieren hacer creer que los 70 fueron teatro de operaciones de la guerra fria. Solo se trató de una guerra de facciones nacionalistas, único agente revolucionario genuino que amenazo y amanaza esta sociedad.
Hoy, a meses del bicentenario, el peronismo continua vivo. Los KK, nacionalistas extremos con disfraz de zurdos, intentan dejarnos en esa bolsa de gatos que su ádalid venezolano y su chirolita boliviano tanto alaban. Revuelve el estomago esa manera de mentir tan descarada. Se vuelve cada vez mas peligroso esa confusión de que liberalismo es igual a conservadurismo nacionalista.
Hoy mas que nunca se hace necesario replantear se la existencia del partido Justicialista como un partido con ideas legitimas para la Argentina. Su extinción no tiene nada que ver con deshacer las conquistas sociales, sino con dar por tierra de una buena vez por todas con la herencia del nacionalismo.
No puede haber país sin una idea de inserción plena en el mundo. No hace falta ser potencia para lograrlo. Chile ya lo és e inteligentemente se mantiene al margen de todos los perdedores Latino americanos que se relamen de una pobre autonomía.
Es hora de que el Liberalismo vuelva a la escena. Pero liberalismo de verdad, como aquella de principios del siglo pasado.
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